El caminante viajero de Sudamérica

Por: Valeria Bernaola

“Angelo Robert Mendivil, el Caminante viajero de Sudamérica”

A Robert le gustan las mujeres, el fútbol, las mujeres, los viajes y otra vez las mujeres. “También soy de la vida natural. No sé si me entiendas”. Comenta tranquilo. “Pero para darme todos esos gustos trabajo duro”. Explica. 

Son las 4 de la tarde, es noviembre y en Paracas como nunca está nublado. A pesar de ello hay personas corriendo y riendo en la playa el Chaco. A lo lejos, en el Muelle del viejo boulevard hay un pequeño grupo de personas (Manteniendo su distancia, claro está). Al acercarse más a la escena se escucha decir a un niño robusto ¿Te tomas una foto conmigo?”, ¿Es el que sale en la tele no, mamá? 

Ahí está “El caminante” vestido de rojo y blanco, casaca blanca, gorra bicolor, medias hasta la rodilla y tapaboca con el Escudo Nacional del Perú. Parece gustarle la atención de la gente y tomarse fotos, pues su paciencia fue puesta aprueba por la pataleta de un niño y aun así no dejó de posar.

¡Hola!, ¿Ya estamos listos?, pregunta. La respuesta es afirmativa, así que se despide con mucha delicadeza de la gente y camina hacia la playa. 

“Panadero, cobrador de combi, artesano, vendedor de caramelos, barredor de calles, pintor, lavaplatos, todo eso he sido” cuenta Robert Ángelo Mendívil el Caminante Viajero de Sudamérica en lo que se acomoda la mascarilla. 

Fija su mirada en el mar, y continúa su monólogo. “No tengo otro objetivo más que seguir a la Selección Peruana y por eso busco empleos para acumular dinero y con ello agrandar mi bolsa de viaje para el siguiente destino”.

Los hijos no son prioridad en este momento, me cuenta seguro de sí, solo tiene una “cuzqueñita” como él la llama, quien ha dejado marcado su cuello la noche anterior.

“Yo empecé a seguir a la selección en el 2011, cuando me enteré que los chicos estaban en la Copa América, agarré mi mochila y no paré hasta llegar a alentarlos en la Argentina” cuenta emocionado, muestran se sienta en la arena un poco fría de la playa.

El Caminante Viajero ya es un personaje en el Sur de Ica, pero aún cree que es solo un aficionado que le cae bien a la gente. No cobra, no invierte en su imagen, no tiene auspiciadores, solo es amor a la selección. “A mí me enseñó hacer artesanías un Argentino y luego comencé a viajar así, vendiendo lo que hacía, yo soy loco pero soy honrado”. 

A Robert le gustan las mujeres, el fútbol, las mujeres, los viajes y otra vez las mujeres. “También soy de la vida natural. No sé si me entiendas”. Comenta tranquilo. “Pero para darme todos esos gustos trabajo duro”. Explica.

El caminante viajero es un hombre solitario, las líneas de expresión en su rostro reflejan sus 36 años bien vividos. A esas alturas del partido, muchos estarían invirtiendo en una casa o llevando a los hijos a la escuela, pero él no quiere nada de eso. El Caminante quiere volar hacia Europa. “Tengo aquí adentro una espina, siento pica porque no pude ir a Rusia, espero que ahora pueda ir a Qatar 2022, estoy buscando quién me represente, la gente me pide polos, llaveros. Yo he salido en películas, en la página de la Conmebol, en la tele, en Facebook y nunca he cobrado” Cuenta el caminante agachando la cabeza.

El mar está tranquilo, el cielo ha empezado a despejar y Robert Ángelo ha comenzado a cantar pequeñas estrofas de aliento a la Selección Peruana. La gente el en boulevard lo observa, pero no se acercan. Entienden que está siendo el protagonista de otra entrevista.

 “Yo pude haber sido un profesional, pero me ganó la calle, me gustó ganar dinero, pero no me arrepiento al final he viajado a Bolivia, Argentina, Brasil y muchos lugares más” . Al final, como dice una frase muy conocida Nadie le quita lo bailado.


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