El presupuesto para el sector salud solo representa el 10,4% del presupuesto general. [Crédito: Contraste]
En un país donde la salud mental es un tabú, los suicidios aumentan y los hospitales psiquiátricos exigen más zonas de internamiento. En los meses de cuarentena Zulma Mañuico desarrolló una enfermedad mental que la llevó al borde del suicidio.
Todos en el edificio lo conocían como el señor de las gelatinas. Amable, cordial, buena persona. Tan buena que cuando le rompieron el corazón, se guardó el dolor, no le contó a nadie y continuó con su vida. Sin embargo, no sería hasta días más tarde que sus vecinos del edificio Tamayo Vargas en Barranco oirían el peso del cuerpo contra el concreto. Zulma Mañuico no lo vio, pero cuando una amiga le contó la tragedia, se tomó unos largos minutos para pensar. O mejor dicho, recordar.
Síntomas al descubierto
6 de marzo del 2020. Mientras que el presidente Martín Vizcarra confirmaba el primer caso de coronavirus en el Perú, Zulma se alistaba para salir al casino. La ‘escuelita’ era el lugar perfecto para dejar a un lado la soledad que le provocaba estar en casa. Su hogar no era más que cuatro paredes desde el fallecimiento de su madre.
La COVID-19, declarada pandemia por la Organización Mundial de la Salud (OMS), se llevó los restaurantes, cines, casinos, bares, discotecas. Cerró los gimnasios y los centros comerciales. Calles aisladas, personas con mascarilla, desinfectante en mano y cuarentena total.
- “Quince días” - pensó Zulma -. “Solo tengo que esperar quince días”.
Pero esos días se convirtieron en semanas y después en meses. A Zulma Mañuico no le renovaron el contrato en la Parroquia San Vicente de Surquillo, el lugar donde su madre había trabajado durante treinta años. El miedo la carcomía.
Sola en casa y sin un centavo, Zulma no experimentó las peleas familiares, los cotilleos entre hermanos, las clases virtuales o el teletrabajo. No tenía nada de eso. Sobrevivió con los ahorros que su mamá le había dejado tras fallecer. Entonces su mente comenzó a jugarle una mala pasada. No dormía, no comía. Pensaba en el futuro, pero más en el pasado. Los errores, ¿sería su culpa la muerte de su padre?, ¿su hermano se había ido de la casa porque ella “no era más que un estorbo” ?, ¿su pareja la dejó por una familia más “feliz”? Los pensamientos confluyeron día y noche para engendrar ideas, patologías suicidas.
Al principio Zulma se rió.
-“Cómo puedo pensar en el suicidio. Siempre he superado mis problemas”.
El presupuesto para el sector salud representa el 10,4% del presupuesto general. [Crédito: Contraste].
No obstante, la cuarentena hizo eso en la salud mental de las personas. No por nada el entonces presidente Martín Vizcarra dijo en octubre del 2020 que su Gobierno duplicó el presupuesto para la salud mental a S/ 551 millones.
No obstante, el monto sigue siendo mínimo para atender todas las necesidades del sector. Según el médico del departamento de emergencias de uno de los tres hospitales de salud mental más importantes del país, el presupuesto que el Gobierno le brinda al sector salud representa solo el 10% del total. Además, en los últimos años se ha optado por trabajar un enfoque preventivo.
“La idea de este enfoque es trabajar en comunidad. Evitar que se presenten patologías. Esto se refleja a través de una red de centros de salud mental comunitarios”, menciona. Y aunque el enfoque de prevención tenga un objetivo evidente, existe un desacuerdo. Prevenir para no curar le resta importancia a los grandes hospitales psiquiátricos tradicionales: Instituto Nacional de Salud Mental Honorio Delgado - Hideyo Noguchi, Hospital Víctor Larco Herrera y Hospital Hermilio Valdizán.
Hospital Víctor Larco Herrera. En la fachada se lee 'Locos lúcidos'. [Créditos: Contraste]
Eso significa quitarles presupuesto para internamientos y los equipos se deterioran. “Hay un gran porcentaje de personas que requieren de internamiento porque representan un riesgo para la comunidad. Si eliminamos los espacios donde se albergan a estos pacientes, entonces solo quedará como alternativa meterlos presos”, comenta el médico del departamento de emergencias. La verdad no es cruda, solo expone lo oculto.
Aunque actualmente existen 155 Centros de Salud Mental Comunitarios, Zulma Mañuico no acudió a ninguno. El tabú que rodea a la salud mental impide que las personas se sientan libres de expresar sus sentimientos. Pero los días tristes no cesaban, y Zulma comenzó a perder el gusto por la vida.
Anhedonia
La incapacidad de experimentar placer, de sentir gusto por las cosas y por la rutina de la vida se resume en una palabra: anhedonia. Mañuico se hundió en una depresión que le impedía disfrutar de todo lo que alguna vez amó. La psiquiatría define el trastorno depresivo como una enfermedad frecuente que se desarrolla por dos factores: biológicos y ambientales.
El primer factor se refiere a la herencia, la genética que determina ciertas predisposiciones, mientras que el segundo factor tiene que ver con las situaciones o circunstancias estresantes que desencadenan o amplifican aquella predisposición genética. Zulma se encuentra en el segundo grupo. La cuarentena la empujó hasta el límite. Tanto así que desarrolló un cuadro de depresión.
"Se suele confundir a la depresión con la tristeza, cuando esta es simplemente un sentimiento pasajero que se produce por los vaivenes de la vida. La depresión es un trastorno en el cual la tristeza es un elemento más", menciona el médico de emergencias. Al mantenerse en ese estado de zozobra por más de quince días, Zulma comenzó a experimentar anhedonia. Cuando uno pierde el gusto por las cosas, la vida pierde el sentido. A pesar de tener un centro de salud mental comunitario a unos pasos de su hogar en Barranco, Zulma se rehusó a acudir. Sin un familiar que la impulse no recibió ninguna atención especializada en cuanto a depresión y ansiedad. Dos trastornos ligados desde su origen, tanto así que mantienen un tratamiento farmacológico similar.
La vida en un instante
Durante los meses de aislamiento obligatorio el Sistema Informático Nacional de Defunciones registró 589 suicidios a nivel nacional, siendo Lima (95), Arequipa (92), y Cusco (77) los departamentos con más casos. Zulma nunca había pensado en el suicidio como una opción o situación cercana. Los casos que presenciaba en la televisión o en los periódicos pertenecían a una realidad alterna. No obstante, los meses en casa y los cuadros de depresión y ansiedad la acercaron de una manera peligrosa.
Registro actualizado del Sinadef donde se observa 589 suicidios hasta diciembre del 2020. [Crédito: Sinadef].
Según una fuente anónima del Hospital Víctor Larco Herrera, desde marzo hasta la actualidad se ha visto un aumento excepcional de pacientes que acuden al hospital por casos de ansiedad y depresión. “Incluso acudieron personas que nunca habían padecido estos cuadros o pasado por una consulta psicológica”, recalca.
Las razones de los nuevos pacientes coincidían en muchos aspectos: confinamiento, miedo a la enfermedad, miedo a la muerte, miedo a contagiar, crisis económica. Factores que en más de un caso se vieron acompañados de patologías suicidas. “En el hospital es frecuente recibir pacientes con conductas suicidas, pero la pandemia incrementó los casos”, señala la fuente del hospital.
Para combatir esas ideas que flotaban en su mente, Zulma optó por reservar una consulta virtual en el conocido hospital Víctor Larco Herrera. Ese que por años había catalogado como “el lugar donde encierran a los locos”. Porque existe un estigma hacia la salud mental, porque algunos no reconocen la diferencia entre un psicólogo y un psiquiatra, porque la mente no es física ni tangible, y por ende, a veces puede pasar desapercibida.
Puerta de emergencias, Hospital Larco Herrera. Indicaciones para teleconsultas. [Crédito: Contraste].
Guillermo Alva, profesor del Diploma Internacional en Gestión de la Salud de ESAN, opina que las enfermedades mentales no son una cosa de voluntad. Se debe rescatar la cultura comunitaria y alejar el individualismo. “Existe un plan nacional desde abril del 2018, un documento que plasma la cruda realidad: brecha en infraestructura, déficit de profesionales en psicológica y psiquiatría. Ante eso el plan del 2018 al 2021 percibe un presupuesto de 500 millones de soles”, menciona Alva.
Las teleconsultas se presentaron como una nueva opción. Los tres hospitales más importantes de salud mental optaron por ellas. Pero no todos los casos son iguales, y Zulma como paciente nuevo, sin referencias o apoyo, tuvo miedo. Días antes de decidir, ocurrió lo que nadie se esperaba.
Uno de los vecinos más queridos del edificio Tamayo Vargas esperó que el sol de la tarde se escondiera para subir al cuarto piso, respirar por última vez, y saltar hacia el frío concreto. Todos escucharon el sonido del cuerpo inerte, pero nadie podía creer que se trataba de él. El ‘señor de las gelatinas’, un señor austero y adinerado a la vez, poseía una empresa de gelatinas en Lima. Había tenido dos amoríos en su vida, pero el segundo terminó por destruirlo.
La traición amorosa lo dejó con deudas, préstamos fallidos y una idea en la mente: suicidio. Zulma llegó cuando las ambulancias partieron. La vecina de al lado le contó lo ocurrido. “Presenciar un suicidio, por más que no exista una relación cercana con la persona, se cuela en tu mente. Te deja una sensación de pérdida y culpa. Si yo hubiese hablado con él, si lo hubiese escuchado…”, recuerda Zulma.
Las ideas suicidas de los primeros meses se esfumaron con el pasar de los días. Si la vida se va en un instante, entonces ella se encargaría de hacerlo el más largo de todos.
Zulma agarró el timón de su vida y sacó una teleconsulta en el Larco Herrera. Sabía que la depresión, según la OMS, era la segunda causa de morbilidad a nivel mundial durante la pandemia. No quería ser parte de las estadísticas. “No hay que tener miedo de tocar el tema con una persona que está pensando en el suicidio”, menciona una fuente del Larco Herrera. “Uno cree que tocando el tema va a estimular la acción y no es así”, explica. Hablar con una persona con pensamientos suicidas puede salvar su vida. Ver el suicidio como un tema tabú termina por ocultar situaciones que más adelante no tienen retorno.
Conversar con una persona con patologías suicidas conlleva:
-Averiguar el estado de la patología: cuántas veces ha pensado en el suicidio.
-Tener un historial del paciente: intentos regulares o primeros intentos.
-Asegurar que existe un apoyo familiar, de no ser el caso, brindar la información de centros de salud mental.
En pacientes con patologías suicidas, el soporte familiar es un factor importante para sobrellevar la situación. [Crédito: Contraste]
No importa que las personas muestren un aparente equilibrio, nadie está exento de situaciones adversas: pérdida de un familiar, problemas de pareja, problemas familiares. Zulma tuvo que sufrir una cuarentena en soledad, pasar tensión y preocupación, depresión y ansiedad, para aceptar un tratamiento psicoterapéutico. La salud mental importa, nos mantiene a flote y soporta nuestras inquietudes, nuestros miedos. Pero sobre todo es nuestro amor, el valor para salir adelante por los nuestros y por nosotros.