Violencia contra la mujer: el mal que se fortaleció durante la pandemia

LUCHA. Mujeres de todas las edades enfrentamos la violencia, inclusive en tiempos de coronavirus. (Foto: BBC)

Desde marzo, la preocupación por salvaguardar nuestra salud es la prioridad máxima. Hoy en día eso no ha cambiado, sin embargo, la desazón que llevamos las mujeres además de cuidarnos de la covid-19, se multiplica al tener que protegernos de aquellos que no sabemos cuándo actuarán en contra de nosotras.

Cuando el mundo se detuvo a inicios de este año, todos comenzamos a velar por nuestra seguridad permaneciendo en nuestros hogares. Para muchos, era el mejor acto de amor propio y hacia el prójimo, pues al cuidarnos nosotros, cuidábamos al resto también. Pero, ¿qué pasa cuando vives con un agresor?, ¿qué hay con esos hombres, escondidos detrás de una mascarilla, que van por las calles acosando mujeres?

Vamos a llamar Mirella a aquella chica que siendo tan joven, se enamoró de la persona que más adelante se convertiría en su verdugo. “Fue poco tiempo, pero el sentimiento se volvió muy fuerte”, dice con la mirada perdida, quizás recordando aquellos episodios que hoy generan en ella gran angustia y dolor.

Mirella no cometió ningún error, tampoco se sentía insegura al compartir un momento con su pareja, pues era una relación aparentemente sana. “Una noche bebí demasiado y lo único que recuerdo es que a la mañana siguiente me desperté totalmente desnuda, envuelta en una casaca, y él a mi costado, abrigado y como si nada”, es el duro testimonio que narra. Una historia que probablemente se repita en muchas mujeres que hoy han decidido callar o gritar, según el nivel de miedo y dolor que sientan en su interior.

Cuando el suceso ya era bastante trágico para Mirella, resulta que su agresor había abusado de ella sin haber utilizado ningún tipo de método anticonceptivo. Producto de esa violación, resultó un embarazo no deseado, lo que hacía más complicada la situación. Sin embargo, tomó la decisión de no interrumpir el proceso de gestación; medida que solo enfureció más a su agresor obligándola a abortar con pastillas en un cuarto de un hotel.

Ahora, Mirella vive con el recuerdo de haber sido abusada de la manera más violenta, física y psicológicamente. No obstante, esto le permite seguir adelante y alentar a otras mujeres a ser fuertes e impulsa a denunciar estos hechos. “Entre mujeres nos apoyamos, somos una sola, nos cuidamos”, finaliza su relato.

Por otro lado, hay otro tipo de violencia que, lamentablemente, se ha normalizado en la sociedad. Algunos deciden hacer oídos sordos ante este tipo de acontecimientos, pues muchas personas se mantienen en la posición de “no te metas, no es tu problema”. 

Como cualquier ser humano, salimos todos los días a la calle: caminamos hacia el paradero, subimos al transporte público, nos dirigimos hacia nuestro destino. Una rutina común para cualquier persona, pero que puede resultar engorrosa para varias mujeres, pues nos topamos con los muy (lamentables) típicos ‘mamacita’, ‘preciosa’, ‘que rica estás’, acompañado de besos, silbidos y otras sandeces que estamos condenadas a escuchar por esta sociedad machista que se ha cultivado por años. Este tipo de violencia es el acoso callejero.

Micaela es el nombre que le daremos a esta víctima, que durante un día soleado de pandemia, decidió salir a la calle en short. Micaela tiene solo 16 años, es una niña, lo que hace esta situación muchísimo peor, la agrava. Un día, mientras estaba en un paradero esperando el bus que la llevaría a encontrarse con su madre, pasó por detrás de ella un hombre que, sin reparos, decidió manosear su derrier y huir cobardemente. Micaela se quedó sin reacción, pues nunca había pasado por algo así.

Todo esto pasó delante de un policía. “Para qué te vistes así, pues”, le respondió cuando ella le preguntó si haría algo al respecto. Una autoridad que se supone debe velar por la seguridad de los ciudadanos, sobre todo de las minorías, se zurró y dio el claro ejemplo de cómo el machismo condena a las mujeres y niñas por su forma de vestir.

Micaela sintió muchísimo miedo y cuando por fin se encontró con su mamá, solo se echó a llorar. “Hoy ya no tengo miedo, hoy ya no me callo. Es más, defiendo a las mujeres cuando son acosadas delante de mí, porque yo entiendo su silencio, yo entiendo su miedo. Por eso les doy fuerza, les doy voz para defenderse”, es la lección que nos deja a sus cortos 16 años, edad a la que sufrió el abuso.

Nunca sabremos en dónde una mujer hallará a su peor enemigo, a su agresor. Sobre todo, no sabemos si este puede vestir el uniforme de una autoridad y aún así ser cómplice de los abusos que vivimos día a día, sufrir su desprecio e ignorancia, pues ellos nunca entenderán lo que es salir a las calles con miedo o de conocer a su siguiente pareja amorosa y que esta se convierta en su atacante.

Si eres una víctima de violencia, recuerda que puedes llamar a la línea 100 de manera gratuita las 24 horas del día. A través de este servicio ofrecido por el Estado, podrán brindarte información, orientación, consejería y soporte emocional en hechos de violencia familiar o sexual. Asimismo, colectivos como 'Paremos El Acoso Callejero' y 'Serena Morena' también brindan apoyo a mujeres abusadas. Puedes ubicarlos en Facebook e Instagram para mayor información. #NoEstamosSolas

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